La luna se deja blanca.
no hay balcones romanceros.
El perro ladra,
ruidos que no existen.
El aire distraído, se irrita,
entre abismantes soledades.
Los fantasmas divagan,
por caminos abstractos.
Arañas que no duermen,
se deslizan por mudas paredes.
Ya es de madrugada,
las cortinas están bajas.
Los versos se niegan.
no tienen rimas las poesías.
La luz cae palideciente,
sobre una silla
que soporta el fatalismo,
de saberse abandonada.
Raúl Vicente Chocobar
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